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Crecimiento vulnerable: Para consolidar la recuperación es preciso que crezca la renta disponible de las familias

El crecimiento del PIB en el segundo trimestre confirma un año completo de recuperación de la economía española. La estimación provisional del INE ha elevado en una décima la del Banco de España, hasta el 0,6%. Se trata del mayor crecimiento trimestral desde el inicio de la crisis. Si se confirma dentro de un mes, la tasa anual llegaría al 1,2%.

Ese registro coexiste con datos favorables de la última EPA, que sitúan la tasa de paro en el 24,5%. Que la demanda doméstica crezca es una señal esperanzadora, dada la dependencia que en la determinación del PIB tiene ese componente, en especial el gasto de las familias. Un comportamiento que no deja de sorprender, como el propio ministro de Economía ha admitido, ya que contrasta una evolución de la renta disponible de las familias condicionada por la moderación salarial y el elevado endeudamiento de los hogares.

Menos favorable es la inflexión en el ascenso de las exportaciones y, especialmente, el aumento de las importaciones. De continuar en los próximos meses lo observado en los cinco primeros, en los que se ha duplicado el déficit comercial respecto a igual periodo del año pasado, el saldo positivo del sector exterior se invertirá, validando las presunciones de que una vez que la economía española afianza su recuperación, el saldo exterior acaba convirtiéndose en un freno al crecimiento. Las previsiones del superávit en la cuenta corriente deberán ajustarse a la baja, aun cuando el sector turístico confirme las excelentes previsiones en el resto del año.

Para mantener este ritmo de expansión e incluso intensificarlo hasta posibilitar el 2% de crecimiento del PIB en 2015, en el que el Gobierno confía, será necesario que crezca la renta disponible de las familias. Es igualmente importante para la reducción del endeudamiento, una de las restricciones que pesan sobre el comportamiento económico de las familias. El mantenimiento de tipos de interés bajos sigue neutralizado por una inflación que bordea la deflación. El IPC adelantado por el INE correspondiente a julio se ha contraído un 0,9% respecto a junio, dejando su tasa interanual en el -0,3%. No es esta senda la mejor compañera de los deudores netos. Como tampoco lo es de las decisiones de gasto, que encuentran razones para aplazarlas confiando en más bajadas de precios.

Esa combinación de elevado endeudamiento privado y público y crecimiento económico tenue es el común denominador de aquellas economías que en mayor medida han sufrido las consecuencias de severos ajustes presupuestarios. Solo la tardía, pero acertada disposición estimuladora del BCE ha evitado males peores. Con todo, esos tipos de interés bajos y la liquidez disponible no impulsan suficientemente por el momento la demanda en el conjunto de la eurozona. Aun cuando los estímulos se mantengan una vez que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra los retiren, es posible que sea necesario adoptar medidas adicionales para asegurar una recuperación que sigue cogida con alfileres.

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